ELN, disidencias y el Clan del Golfo siguen con esta práctica que afecta a poblaciones de Arauca y Norte de Santander.
Con la llegada del joven a la puerta, don Fidel sintió como si se hubiese metido un puñado de arena en la boca. El joven, que en palabras del empresario tendría entre 20 y 25 años, le entregó un recibo y una citación para viajar a El Amparo, el primer municipio venezolano del otro lado de la frontera con Arauca. Con la boca reseca por el susto, el empresario solo asintió con la cabeza y no pudo hablar.
“Ese día lo único que hice fue pensar qué iba a hacer. Yo sabía que si no iba me metería en problemas; pero ir era aceptar que les tenía que pagar la extorsión que ellos pedían”, recuerda don Fidel.
Fue así como el lunes 11 de abril el empresario araucano cruzó en una embarcación desde Arauca hasta El Amparo a encontrarse con el representante de las disidencias de las Farc, del frente 10, para coordinar un pago que quedó pactado, al final, en 500 mil pesos mensuales y que el grupo armado rotuló como una colaboración para la revolución.
Todo el mundo está vacunado
Don Jairo Leal lleva más de 22 años ganándose la vida en un puesto de chance unos metros antes del puente Simón Bolívar, en Norte de Santander. Además de vender suerte y loterías, pone vidrios protectores y arregla celulares, una actividad que aprendió de manera empírica de su sobrino que también trabaja en el oficio.
A don Jairo Leal y a don Fidel los une la misma tragedia. No se conocen, y aunque los separan 411 kilómetros, ambos han tenido que pagar la “vacuna” a los grupos armados ilegales para evitar el desplazamiento, el robo e incluso esquivar hasta la muerte.
“Acá en el puente Simón Bolívar todo el mundo tiene que pagar. A mí no me cobran mensual, me cobran por días y tengo que sacar 15.000 pesos sagradamente”, dice Jairo.
Este hombre cuenta que todo el que tenga negocios cerca a la frontera o incluso a unos pasos del puente Simón Bolívar, tiene que pagar la extorsión, pero se les está convirtiendo en un dolor de cabeza porque tienen que pagarle a todos los grupos y hasta la delincuencia común. “Eso así no hay bolsillo que aguante”, enfatiza Jairo.
No hay negocio ni emprendimiento en Arauca ni en toda la extensa frontera colombo-venezolana que no tenga en su caja o en cuadernos contables un vikingo, que no es más que un recibo con el que las disidencias de las Farc, el ELN y hasta el Clan del Golfo imponen las extorsiones a sus víctimas (ver fotos).
Estos recibos a veces llegan por correo certificado, pero en la mayoría de ocasiones son llevados por los mismos milicianos que hacen inteligencia y terminan negociando hasta ellos mismos la cuota. Y ha pasado, según datos de Inteligencia Militar, que muchos de estos milicianos terminan quedándose con el dinero y son asesinados “por estos grupos ilegales en lo que ellos llaman ajustes de cuentas”.
Aumentó el secuestro exprés
Como si se tratara de un secreto extremo, cuentan los ganaderos y empresarios de Arauca y Norte de Santander que los grupos armados ilegales les cobran por todo: por mover el ganado a los pastos, por criar caballos, por sacar los productos del campo a la ciudad.
Lo más curioso, narraron empresarios a este diario, es que muchas veces los contratistas ni siquiera han firmado los contratos y ya el grupo armado ilegal les ha “caído” para cobrarles la cuota “que les corresponde”.
“Y eso no es lo más grave. Nos ha pasado que un comerciante se inscribe o registra su negocio en la Cámara de Comercio de Arauca o en la Cámara de Comercio del Piedemonte y de inmediato llegan los vikingos (notas de cobro). Es como si tuvieran informantes adentro que les dan los datos y ellos de una llegan por su tajada”, relató un comerciante.
Pero lo más grave es la denuncia que hizo uno de los ganaderos de la región, la misma que fue apoyada por otros ganaderos y hasta por investigadores del Ejército y la Policía: las disidencias de las Farc y el ELN han optado por aplicar el secuestro exprés para presionar los pagos.
Una de las víctimas de esta modalidad –que pidió reserva de su identidad– explicó a EL COLOMBIANO que fue citado al otro lado de la frontera, y una vez allí, fue plagiado por varios días. Al llegar a Arauca, solo pudo dar la versión que le impusieron los ilegales; tenía que decir que estaba por fuera en un asunto de negocios.
“Allá me dijeron que me iba a quedar unos días con ellos, pero era para maltratarme física y sicológicamente. Me decían que si no pagaba, me iban a matar o me iban a dar donde más me doliera y que esa era mi familia. Tres días después me dejaron ir y me dijeron que tenía 15 días para conseguirles 50 millones de pesos e ir a llevárselos”.
El comerciante agregó que en los siete municipios de Arauca todo el mundo tiene que pagar la extorsión, “de lo contrario no puede vivir acá”, y agregó que hasta a las autoridades colombianas y venezolanas les tienen que pagar con solo cruzar el río Arauca para vender o comprar algo.
¿Para que sirven las tropas?
La pregunta que se hacen en Norte de Santander y Arauca es para qué sirven las autoridades si con su presencia no se ha terminado el cobro de las llamadas vacunas.
Solo en Arauca hay 14 batallones del Ejército, está la Fuerza de Tarea Quirón, la Brigada 18, una brigada Móvil, una unidad de apoyo aéreo del Ejército en Saravena, un batallón de la Armada Nacional, el Gaula del Ejército y la Policía, y el departamento de Policía.
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